Un buen día, una pícara gatita estaba limpiando la vereda de su pequeña casa. Y barre que te barre, de pronto encontró tirada en el suelo una reluciente moneda que alguien había perdido.
De inmediato pensó:
_ ¿Qué cosas podré comprar? ¿Quizás un libro de cuentos? ¡Mejor sería un buen pedazo de queso! Un esmalte para las uñas no me vendría mal …
_ ¡Voy a comprarme una linda cinta roja para adornar mi cola!
Ahí estaba la gatita presumida en la puerta de su casa y muy contenta. Lucía en su cola un gran moño rojo y pensaba:
_ Es tan bonito este moño y tan bien me queda, que todos me mirarán. ¡Tendré muchos festejantes, y al fin podré casarme!
Primero pasó un burrito que le dijo:
_ Eres tan linda gatita que me casaría contigo ¿quién eres?
Ella dio vuelta la cara y levantando la naricita con desprecio contestó:
_ No, no me gustas. Tu voz es demasiado ronca. Vete.
El burro se alejó apresuradamente murmurando:
_ Pero qué le pasa a esta gatita. Es muy presumida.
Luciana P.