Juan Ignacio Superman
sale tempranito para la escuela colgado del portafolios de su mamá. Pasan
delante de sus ojos y como en un sueño, las filas de medialunas de la
panadería, el local del zapatero, todos los títulos de los diarios de la
esquina y los colores rabiosos de las flores que venden en el puestito de la
avenida.
Saltando por la vereda,
mediodormido, con un alfajor en la mano y la mochila a la espalda, Juan Ignacio
Superman piensa que los desayunos deberían ser más largos. Y también las
noches.
Juan Ignacio Superman ya
se ha descolgado del portafolios de su mamá y ahora camina, unos pasos atrás,
revisando las figuritas que lleva en el bolsillo de la campera. Por eso es que
no ve a los niños del transporte escolar que lo señalan desde las ventanillas, ni lo distraen las manzanas que se escapan
corriendo de la frutería. Por eso,
también, no se da cuenta de la amenaza a
la tierna viejita que alimenta palomas del parque, que ahora, Juan Ignacio
Superman está por cruzar con su mamá.
Por fin …
Cecilia
Pisos
camino a
la escuela ¿qué ven?
Santino: Casas y mochilas.
Jeremías: Árboles.
Un taxi. Veredas y … la escuela.
Santino: Árboles cortados.
Lucas: Yo veo autos. Y una vez, vi un perro muerto.
Santino: Un camión monstruo. La verdulera ordenando las manzanas.
Lucas: Ninguna cosa gorda.
¿qué
comen las palomas?
Lucas: De todo.
Jeremías: Carne no porque es dura.
Santino: Comen pan.
Lucas: Y
galletitas de agua.
Jeremías: También ñoquis y semillas.
¿ústedes
cómo salvarían a la viejita del cuento?
Santino: Yo, corriendo para agarrarla.
Lucas: La encierro en una jaula.
Jeremías: Volaría así, como un helicóptero.
Lucas: Rompiendo el vehículo.
Santino: Empujándola.