María estaba en un callejón y escuchó un ruido y
dijo:
_ Hola ¿hay alguien ahí?
_ Ve a esa casa –dijo el miedo.
_ Bueno, ya voy, pero no hagas daño.
Ella fue corriendo y el miedo dijo:
_ Ve más rápido.
Cuando entró en la casa, vio personas paralizadas,
señalando un lugar.
_ ¿Por qué están todos señalando y duros?
Nadie contestó.
De repente, la puerta se abre.
_ No te tengo miedo.
_ ¿Por qué?
Si yo soy el miedo.
Ella se asusta y trata de huir. No puede.
_ ¿Para qué me quieres?
_ Para poder comer tres pensamientos felices.
María grita, hace escándalo y dice:
_ ¡Dejame salir!
_ No, cállate.
Dejame pensar, a menos que quieras que te coma.
María se esconde bajo la cama. El miedo no la encuentra.
¿Para qué buscarla si hay otras personas?
Se va a otra casa a asustar a otros.
Los paralizados se pueden mover y María es feliz.
Candela