Había una vez una niña llamada Berta que era muy pero muy buena. Hacía todo lo que le decían los mayores, nunca decía una mentira, no se ensuciaba el vestido, hacía los deberes todos los días, y era muy amable. No era muy linda pero era muy buena.
Era tan buena que ganó varias medallas. Siempre las llevaba prendidas en el vestido. Tenía una por obediente, otra por la puntualidad y otra por portarse bien. Eran grandes medallas de metal que tintineaban una contra otra cuando caminaba. Y era la única niña de la ciudad que tenía tres medallas, así que todo el mundo sabía que ella debía ser extraordinariamente buena ...
Saki
(fragmento del cuento leído en clase)
otra versión de este cuento ...
los ojos de Raimunda
Había una vez una niña llamada Raimunda.
Hacía todo lo que quería. Odiaba a la mamá y además no tenía amigas. Parecía buena, pero no lo era.
Era tan buena en algunas cosas que había ganado cuatro medallas. Una porque era linda, otra porque ganó un concurso de deletrear palabras, otra porque escribía prolijo y la última porque tenía muchas medallas.
Cuando el príncipe se enteró de, la invitó al shopping para que comprara todo lo que quisiera.
Al volver del shopping fue a la casa de su tía que tenía un parque gigante pero ella no estaba porque se había ido a trabajar.
En el parque había vacas, plantas, un piano, una pileta y muchas cosas más.
En eso Raimunda encontró una pala y empezó a cavar. Encontró una lombriz, le tiró tierra encima, pero la lombriz crecía y crecía. Hasta que se volvió gigante.
Raimundo se escondió adentro de la casa. Pensó que si no iba a la casa de su tía no le habría pasado eso.
La lombriz encontró a Raimunda y se la comió.
Lo único que quedó de Raimunda fueron sus ojos, porque a la lombriz no le gustaron.
Chiara