Paseaba por el bosque, era de noche, estaba todo oscuro. Se podía sentir la humedad de la tierra y los árboles, muy fuerte. El sonido de los búhos y sus alas golpeándose contra las ramas, me daban escalofríos. Las estrellas no se podían ver, sólo las ramas tapando el cielo.
Tenía mucho sueño. Se me cerraban los ojos en la inmensa oscuridad. Más, no podía dormirme.
Decidí volverme a mi casa, donde seguramente me esperaban los monstruos. ¡Cómo odiaba a mis patrones!
Ya no sabía por dónde era el camino, me perdí. No me preocupé mucho ¿qué diferencia había por cómo me cuidaban ellos?
Seguí el camino mirando mis pies, que se morían lentamente, hasta que el sueño me venció y caí sobre una loma de hojas, junto a un árbol.
Pero a los minutos de dormirme, o eso me pareció, una luz brillante me despertó. Y un ruido, música, muy, muy bajita sonaba.
Me apoyé sobre mi codo derecho. Detrás del arbusto, había algo plateado, con una luminosidad inmensa.
Me paré con dificultad, necesitaba descansar. Me acerqué para ver qué era. Lo agarré. Era redondo. Miré más cerca, y me vi a mí misma. En el mismo lugar donde estaba, pero con unos sesenta años. Tenía muchas arrugas. El pelo, blanco. Unos moretones muy grandes me cubrían las mejillas. Una cicatriz finita y larga me atravesaba desde la frente, pasando por la nariz, terminando en el mentón.
La imagen desapareció y me vi trabajando, con unos treinta y cinco años. Limpiaba el baño de mi patrón.
Una voz salió de la bola, diciéndome lo que veía en la imagen:
_ Tocarán el timbre. Será Joaquín.
_ Pero … ¿quién es Joaquín? –le pregunté a la bola.
_ Es el sobrino de tu patrón. Tú te enamorarás de él. Pensarás que fue para saludar a su tío, pero irá y te sorprenderá con un ramo de flores amarillas y rosas para ti. Te pedirá ser tu novio, tu patrón te mirará con una mirada maligna (en la imagen estaba con sus ojos “echando fuego”). Daba miedo, podría llegar a ver el deseo de matarme.
_ Tú estás muy confundida … tienes la presión de estar a cierta distancia de Joaquín y la mirada de tu patrón para que digas que no. Pero también tu corazón quiere tirarte sobre él y que digas que no. Y le harás caso a tu alma. Seguirás tu intuición y le dirás que sí. Pensarás que vas a tener una vida hermosa, ya que tu futuro esposo te sacará de ser esclava. Pero a los cincuenta y tantos, vendrá tu patrón al lugar donde vivas con tu esposo, hijos y tu único nieto. Te atará las manos y los pies a una silla, obligándote a estar sentada y callada con un trapo sucio en la boca. Tu esposo no estará en casa, tampoco tus hijos. Sólo tu nietito que estará atado como tú. A los cinco minutos vendrá tu hija y su esposo. A él lo agarrará de atrás y le cortará el cuello, y a tu hija la atará a otra silla. Entrará tu hijo y lo atará en la misma silla, del otro lado, y no tendrá lugar para sentarse Joaquín y la esposa de tu hijo. A ella la matará y atará a Joaquín a la mesa. Con un serrucho le cortará las piernas a tus hijos, luego a tu esposo. Los matará poco a poco. A tu nieto después, para que sufra viendo a sus padres, tíos y al abuelo muriéndose. A ti te hará lo peor, te pegará con un palo en la cara y te cortará con un cuchillo (la imagen era horrorosa), te escaparás, mordiéndole la mano. Vendrás al bosque donde estás ahora. Te encontrarás conmigo otra vez y te enseñaré el pasado. Te mirarás como estás mirando al futuro, y me quedaré sin datos, como me pasa ahora …
Su voz fue desapareciendo y su luz fue haciéndose opaca, se apagó del todo.Pensé en lo que me dijo … no iba a dejar que eso me pasara … empecé a correr por el bosque. Ya había amanecido y sabía exactamente dónde quedaba la casa de mi patrón, al oeste. Pero corrí hacia el este. Me escapé. Llegué a un pueblito. Saliendo del bosque me encontré con alguien, un chico._ ¡Hola! –me dijo.
_ Hola –le respondí, agitada de tanto correr.
_ No te vi nunca aquí –y miró hacia el bosque- ¿de dónde vienes?
_ De escaparme del tonto de mi patrón.
_ Oh, por cierto, me llamo Joaquín.
_ ¡¿Joaquín?! ¿Tú no tienes un tío que se llama … -no me dejó terminar.
_ ¡No! Yo, no tengo familia, me escapé. Igual que tú.
_ Oh.
Y mi vida cambió. Me casé con él, y me ocurrió lo que la bola me dijo … sólo que, todos vivieron hasta viejitos con un final muy feliz.
Micaela