Era una bruja piruja, maruja, de cabello rojo enrulado que los
días de humedad se volvían traviesos y le caían en rulos sobre su frente. Sus
ojos eran negros y saltones, su nariz grande, aunque no tenía ni un lunar o
verruga y, su piel, blanca como la leche, a pesar de que siempre vestía de
negro.
Todas las noches preparaba en su caldero pociones con patas de
ciempiés, ojos de caracol y cola de babosa.
La gente del pueblo venía a pedirle que les cure un callo del
dedo gordo del pie, o una verruga de la panza, o una uña encarnada y ella,
siempre dispuesta, les regalaba sus pociones.
A veces todo salía bien, pero otras ¡se metía en cada lío! ...
María Delia Minor

¿con qué
prepararían pociones?
Santiago: Con ojos de mariposa, alas de mariposa,
ojos de burro y cuerpo de
vaca.
Camila: Ojos de oruga y moco de caballo.
Sofía: Yo con lomo de caballo, cara de
gusano y boca de gusano.
Ángeles: Nariz de gusano y también lomo y lengua
de caballo.
Abril: Yo le pondría orejas de gato, un ojo
y después una oreja y pico.