Había una vez una niña llamada Berta que era muy pero muy buena. Hacía todo lo que le decían los mayores, nunca decía una mentira, no se ensuciaba el vestido, hacía los deberes todos los días, y era muy amable. No era muy linda pero era muy buena.
Era tan buena que ganó varias medallas. Siempre las llevaba prendidas en el vestido. Tenía una por obediente, otra por la puntualidad y otra por portarse bien. Eran grandes medallas de metal que tintineaban una contra otra cuando caminaba. Y era la única niña de la ciudad que tenía tres medallas, así que todo el mundo sabía que ella debía ser extraordinariamente buena...
Saki
(fragmento del cuento leído en clase)
otra versión de este cuento ...
Pancracia era muy elástica y flexible. Siempre practicaba para cada día ser más flexible.
Aparte era muy buena, nunca se portaba mal.
Era muy buena y se había ganado dieciocho medallas en concursos de gimnasia artística y educación física.
Cuando el príncipe Anselmo se enteró de sus medallas la quiso conocer y fue a su casa.
La conversación fue así:
_ Hola príncipe Anselmo.
_ Hola –dijo él.
Cuando Pancracia vio sus ojos ya estaba enamorada de Anselmo.
Para conocerse mejor fueron a tomar un helado, pero en el camino se encontraron con un gato gigante como un tigre, que se los quería comer.
Los dos se escondieron atrás de un árbol y dijeron “a las tres, salimos corriendo”, y se fueron, pero cuando corría, Pancracia perdió diez medallas.
Por más elástica que sea se cayó seis veces y después volvieron a sus casas.
Macarena