Había una vez una nena llamada Nara que cuando un día fue a la escuela se imaginó que estaba en la luna más linda.
Ahí vió el sol, Marte, Plutón, Júpiter y Saturno, y dijo ¡qué lindo es el espacio!
Mientras que la seño explicaba la prueba para que pasaran al pizarrón se fue a fijar al registro. La que iba primera era Nara, pero ella no escuchaba lo que decía la señorita.
Ella dijo: “Aquí Nara en el pizarrón”, pero Nara seguía en la luna más linda, y todos sus compañeros la miraban.
La seño se acercó para ver qué le pasaba y si copió la tarea. La señorita vió que su hoja estaba en blanco.
Entonces, agarró el borrador y golpeó contra la mesa e hizo ¡PLAF, PLAF, PLAF! Nara escuchaba un sonido. Saltó de la imaginación y la seño le dijo con cara de enojada: “¿Nara me podés explicar por qué no me escuchás y por qué no copiaste la tarea?”. Y Nara le contestó: “No copié porque estaba en la luna más linda”. La seño le dijo: “Traeme tu cuaderno que te voy a poner una nota para tus padres”.
Nara no iba tan contenta a su casa. A la hora de comer Nara les mostró la nota que decía: “Señores padres, Nara hoy no ha copiado la tarea y no pasó al pizarrón, porque estaba en la luna más linda”. La mamá le dijo a Nara: “¿Otra vez Nara en la luna más linda?”. Y Nara le contestó: ”Sí, me distraje en la imaginación, pero igual vos me seguís queriendo ¿no?”. La mamá le dijo: “Sí, yo te sigo queriendo Nara, pero no lo hagas más”. “Sí. no lo hago más, mami”, contestó Nara.
Romina